Descubrimiento : La llamada de la naturaleza

Una familia de grullas al borde de un río, cerca del lago Mashu. / Gabriel Bernard para Zoom Japón

Para los que no les guste, que los hay, ni la nieve ni las temperaturas muy bajas, tampoco pueden dejar de visitar esta parte de Japón, ya que tanto en primavera como en verano u otoño ofrece numerosos encantos. Y es aún más bella dado que la naturaleza la domina por completo y no ha sufrido demasiado a manos del hombre. Esta isla no tomó importancia hasta finales del siglo XIX y la mayoría de las actividades se desarrollaron en la parte occidental, por lo tanto, el resto de Hokkaidô conserva un lado “salvaje”, algo que muchos turistas buscan hoy día. Sin embargo, muchos de ellos nunca pasarán por esta ísla a pesar de sus innumerables atractivos. En esto, Hokkaidô Est, Dôtô para los que la conocen, está al frente. Algunas carreteras y una única línea de tren – la JR Senmô – nos permiten llegar y lanzarnos en una aventura llena de emociones. Abashiri, famoso por haber albergado la prisión más dura del archipiélago, ahora abierta al público, es un buen punto de partida. De esta ciudad portuaria parten los trenes de la línea Senmô en dirección de Kushiro. Después de bordear durante unos kilómetros el mar de Okhotsk que, según la estación y el momento del día en que te encuentres cambia de forma radical, desde la cólera hasta una calma casi agonizante; es el momento de bajar a la estación de Shiretoko Shari, punto de entrada hacia la península de Shiretoko e inscrita, desde 2005, en el Patrimonio Natural de la Unesco. Podrás llegar hasta Utoro en taxi o en autobús, un trayecto de unos 40 minutos. El pequeño puerto es una visita obligatoria. Allí se encuentran los principales hoteles de la península, como el Shiretoko Grand Hotel Kita Kobushi (www.shiretoko.co.jp/en/), para los viajeros que buscan comodidad, o el Shûchô no ie (www.big-hokkaido.com/shuuchoo-no-ie), una casa de huéspedes regentada por la señora Umezawa que defiende con encanto y pasión sus raíces ainu. La mayor parte de los establecimientos disponen de baños termales lo que hace la estancia aún más memorable, sobre todo, después de una larga jornada paseando en medio del bosque en busca de paisajes impactantes o animales que difícilmente encontraríamos en nuestras latitudes. A unos diez minutos del puerto se encuentra el Centro de Información del parque nacional de Shiretoko (de 8h-17h30 del 20 de abril al 20 de octubre y de 9h-16h del 21 de octubre al 19 de abril) que conviene visitar antes de perderse por los diferentes senderos colindantes. Además de los espacios de exposición, lugares para comer y descansar, se pueden encontrar también mapas y algunos accesorios útiles que alquilar, como prismáticos (500 yenes al día) o incluso esprays contra los osos (1000 yenes el día). Es raro cruzárselos en los senderos de los alrededores, pero, ¿quién sabe? Para verlos lo mejor es coger un barco. Todos los días a las 8h30 y a las 15h30 (por 5 000 yenes), saliendo del puerto de Utoro (www.kamuiwakka.jp), hay cruceros (de unas dos horas) que te permitirán ver casi con seguridad osos pardos puesto que vienen a pescar cerca del mar. El espectáculo es fascinante, sobre todo porque tiene lugar entre cascadas e impresionantes precipicios. Por la tarde, se organizan excursiones guiadas para los que estén interesados en la fauna nocturna, como los zorros, ciervos y demás, pero también para tener el privilegio de poder levantar la cabeza hacia la bóveda celeste repleta de estrellas, algo normalmente imposible en nuestros países contaminados.
Si este primer contacto con la naturaleza de Shiretoko no bastara, es el momento de visitar Rausu, del otro lado de la península, donde se organizan cruceros para avistar ballenas. La compañía Shiretoko Nature Cruise organiza dos veces al día (a las 9h y a las 13h, por 8 000 yenes, www.e-shiretoko.com) salidas al mar de unas dos horas y media en el trascurso de las cuales se suelen ver orcas y ballenas. Un poco más al sur, el paseo por la península de Notsuke, accesible solamente en barco, es una experiencia que nos reserva algunas sorpresas, en particular cuando las focas, muy numerosas en esta zona, deciden enseñar la punta de su hocico.

Numerosos osos pardos, que se pueden ver con facilidad, viven en la península de Shiretoko. / Gabriel Bernard para Zoom Japón