En Japón, la combinación de manga y sake sirve igualmente para promover un mayor conocimiento del nihonshu ante el público nipón, el cuál le ha dado la espalda, replazándolo con otras bebidas alcohólicas. Desde 1975, las ventas de sake han disminuido un 30% en el archipiélago, mientras que el vino ha registrado un aumento anual de su consumo de más de un 5% en el transcurso del mismo periodo. Más de la mitad de los japoneses consumen actualmente vino al menos una vez por semana y un 7% lo hace cada día. Lo más interesante es que el público femenino es, junto al de los jóvenes (entre 25 y 44 años), el que compra y consume más vino en Japón.
Según un estudio, las mujeres representan el 55% de los aficionados al vino. Por ello, se entiende que los mangas dedicados al sake no se dirijan solo a los hombres. Para conseguir atraer al conjunto de los japoneses, era indispensable imaginar historias que fueran de interés, independientemente del sexo y de la edad. Recordemos, por ejemplo, la existencia de la serie Somuriêru (Somelière, ediciones Shûeisha), ideada por Joh Araki y Matsui Katsunori y hoy finalizada, que ha permitido aportar un toque femenino al universo del vino, atrayendo al público feminino, entre las que se encuentran, sin duda, numerosas consumidoras de vino.
Para recuperar la afición por el sake, la mayoría de los mangas que se le han dedicado, ponen el acento en su asociación con la gastronomía japonesa (washoku). Después de todo, los japoneses pueden estar orgullosos, con razón, de la diversidad de su cocina. Su registro en el Patrimonio Mundial de la Unesco en 2013, constituyó un momento de orgullo importante y es lógico asociar su degustación con las bebidas locales, concretamente el nihonshu. Firmado por Shinkyû Chie, Wakako zake cuenta a lo largo de episodios muy cortos cómo el joven empleado de oficina Murasaki Wakako se inicia en el alcohol a través de sus descubrimientos culinarios. A pesar de que el personaje no solo bebe sake, éste ocupa un lugar importante. En el primer episodio, que data de 2011, descubrimos a Wakako en la barra de un pequeño restaurante mientras consulta la carta de los jizake, es decir, los sakes del lugar, con la intención de elegir el que acompañará mejor su salmón asado (shake no shioyaki). Sola, su presencia intriga en este lugar principalmente frecuentado por hombres, aunque la emoción que expresa degustando su plato y su sake suscita rápidamente la curiosidad de sus vecinos. Aquí no se trata de trasformar a los lectores en especialistas de sake, capaces de explicar la diferencia de un junmai o un ginjô, sino que el autor pone el acento en lo que siente el personaje principal cuando asocia los alimentos con la bebida. La presencia de numerosas onomatopeyas y la elección de la mangaka de describir con precisión las fases sucesivas de la degustación, concentrándose en las reacciones de Wakako, permiten dar toda su fuerza a este relato, para evitar repeticiones que podrían aburrir a los lectores. La conducta de la joven nos recuerda también a Gourmet solitario (Kodoku no gurume), en el que el acento se pone en el equilibrio entre la comida y la bebida.
Al igual que el manga ideado por el recordado Taniguchi Jirô, Wakako zake tiene un notable éxito en el archipiélago. Once volúmenes de aventuras de la joven han visto ya la luz y prueba de este entusiasmo popular hacia él, es que ya se ha realizado una adaptación para televisión, tanto en toma real (tres temporadas, 2015-2017), así como en dibujos animados (2015). El público femenino aprecia la espontaneidad del personaje y la sencillez con la que este aborda la degustación del sake. Wakako ilustra una evolución en las costumbres en una sociedad japonesa en la que, tras la apertura del país a mediados del siglo XIX, las mujeres no bebían sake más que en la ceremonia de su boda. Por ello, parece que antes de ajustarse a las buenas maneras occidentales, según las cuales las mujeres de buene educación no consumían alcohol, las japonesas apreciaban el sake. La célebre recopilación de poemas Man’yôshû de la época Heian (794-1185) presenta diversos versos que mencionan el consumo de esta bebida por parte de las mujeres. Por otra parte, el folklorista Yanagita Kunio recuerda que, hasta el siglo XV, en todas las destilerías las mujeres eran a menudo responsables de la producción y de servir el sake. No sorprende por lo tanto que algunas de entre ellas (ver pp. 8-10) se incorporen como tôji (maestro destilador) y que veamos aparecer mangas en los que las mujeres se convierten en expertas de esta bebida divina. Ippon!! Shiawase no nihonshu [¡Una botella! El sake de la felicidad, ediciones Shûeisha] de Masuda Masafumi y Matsumoto Kyûjo se diferencia de Wakako zake por el cuidado que los autores dan a la puesta en valor del sake y el papel que atribuyen a su heroína, Sasa Takeha, en ello. Con 24 años, quien no era más que una simple empleada de los grandes almacenes Kuroki ve cómo su destino profesional cambia totalmente el día que su nuevo jefe le confía la misión de reunir los mejores nihonshu, para la celebración del 50 aniversario de la empresa.