Analizamos la experiencia de la periodista Noda Ikuko con la cerveza, para entender la relación de los japoneses con esta bebida.
Aunque hace más de un siglo que a los japoneses les encanta la cerveza la cerveza, la mayoría de ellos desconocen la riqueza y variedad que caracterizan su mercado, aparte del sabor dominante de la Pilsner. Para abordar esta deficiencia y educar al público, un grupo de escritores y expertos en cerveza ha formado la Asociación de Periodistas Cerveceros Japoneses (JBJA) en 2010. Los miembros de esta organización informal recopilan y comparten información sobre la cerveza, visitan cervecerías, cubren eventos relacionados con la cerveza y organizan talleres y catas. Zoom Japón ha hablado con la vicepresidenta de JBJA, Noda Ikuko. Además de enseñar en la Beer Journalist Academy, escribe para varias revistas, incluida Beer Ôkoku [El reino de la cerveza], y ha editado y publicado extensamente sobre la cerveza.
Acérrima defensora de las cervezas artesanales, lleva más de 10 años intentando mostrar a los japoneses que hay un territorio inmenso y apasionante al margen del estrecho mercado de la Pilsner y que la cerveza puede degustarse de maneras muy diversas, “Cuando los japoneses piensan en cerveza, especialmente en el verano caluroso y húmedo, solo pueden imaginar una cosa: beber una cerveza fría y un plato de fritos en una cervecería al aire libre”, explica. “Pero esa no es la única opción disponible. Hay muchas cervezas diferentes y algunas pueden y deben consumirse a temperaturas más cálidas. También están, por supuesto, las cervezas aromatizadas con chocolate y plátano. Algunas son tan ácidas como el vinagre. Es un shock para mucha gente aquí.”
La vida de Noda Ikuko ha sido un lento viaje de iniciación en el que ha tenido varias experiencias impactantes hasta encontrar la iluminación en materia de cerveza. “Recuerdo claramente mi primera cerveza. Mi padre se bebía una todas las noches. Empezaba a beber mientras mi madre preparaba la cena, antes de que nuestra familia de siete se reuniera alrededor de la mesa del comedor. Bebía Kirin Classic Lager, y nunca otra cosa. Siempre en botella, nunca en lata. Mi abuelo prefería el sake caliente, pero para mi padre nada superaba una cerveza acompañada con calamares salados”, nos cuenta.
“A fuerza de vivir esta escena todas las noches durante muchos años terminé pensando que debía ser algo delicioso, aunque yo era solo una niña. Tras graduarme en el instituto, decidí intentarlo. Una noche, una amiga mía vino a casa. Esperé hasta que todos se durmieran y entré a hurtadillas en la cocina, donde cogí del frigorífico una de las cervezas de papá. Después de un sorbo de este líquido frío, mi amiga y yo nos miramos con los ojos muy abiertos por la sorpresa y exclamamos: “¡Qué bueno! (risas) Me encantó el sabor amargo de la cerveza. Creo que el alcohol siempre ha estado en mi ADN. Después de todo, soy de la prefectura de Yamagata [en el noroeste del archipiélago, famosa por sus sakes]. Esa noche pensé que por fin era una adulta.”
El siguiente paso en la educación cervecera de Noda tuvo lugar a través del manga. “No puedo explicar mi pasión por la cerveza sin mencionar BAR remon hâto [Bar Lemon Heart] de Furuya Mitsutoshi. Comencé a leer este manga a principios de la década de 1990, es una Biblia para los amantes de las bebidas alcohólicas. Los protagonistas son un bartender y algunos clientes habituales, uno de los cuales no sabe nada del tema. Este manga habla de todo tipo de bebidas y gracias a él he tenido la oportunidad de aprender mucho. En un episodio, Matsu-chan, uno de los clientes, bebe una Timmermans con sabor a grosella negra. Así descubrí la existencia de las cervezas belgas. Me sorprendió saber que una cerveza puede contener fruta. En ese momento no se podía encontrar este tipo de cerveza en Japón. Después de leer este episodio se despertó en mí una gran curiosidad intelectual”, recuerda.
La periodista terminó bebiendo Timmermans en una feria de cerveza belga que tuvo lugar en Printemps Ginza, unos grandes almacenes de Tokio. “Tenía una pequeña obsesión con esta cerveza de grosella negra, así que me bebí una tan pronto como la vi. Luego compré otra cuya etiqueta estaba decorada con el motivo de una vidriera que me gustó. Luego volví a casa para probarlas. Para mí, beber cerveza mientras leo algo en mi balcón es la manera perfecta de pasar un buen rato”, dice.
La segunda cerveza que compró por capricho fue otra revelación. “Una vez más solté un suspiro de satisfacción, ¿qué podría ser? Tenía un sabor afrutado profundo, como higos maduros y un poco picante. Fue mi primer encuentro con Leffe Radieuse, una cerveza elaborada en un monasterio belga. La compré sólo porque tenía una etiqueta bonita pero descubrí un mundo completamente nuevo: una cerveza especiada con un sabor muy complejo, con notas de piel de naranja y semillas de cilantro”, agrega.
Noda Ikuko quedó tan abrumada por esta experiencia que decidió visitar el lugar donde se elaboraban estas increíbles cervezas. “Había planeado ir de vacaciones a Inglaterra y Francia durante dos semanas, pero inmediatamente llamé a la agencia de viajes y pedí incluir Bélgica en mi plan de viaje. Algunas experiencias son tan poderosas que hacen que las personas cambien su comportamiento.”
Su tercer encuentro clave en su formación tuvo lugar con la cerveza artesanal. “Creo que fue alrededor de 1996 o 1997. Me encontré con una botella de cerveza Ginga Kôgen. He de decir que la compré sobre todo por su etiqueta, un bonito reno, pero no me arrepiento de haberla elegido. En primer lugar, me sorprendió su sabor suave y dulce a plátano. Es una cerveza blanca de estilo alemán y más tarde descubrí que está hecha con trigo. Me di cuenta de que incluso en Japón se podía encontrar una cerveza tan deliciosa, ni demasiado dulce ni demasiado amarga.”
Después de graduarse, encontró un trabajo como recepcionista en un hotel, pero con la llegada de Internet se dio cuenta de que trabajar con ordenadores le daba la libertad de trabajar donde quisiera. “Cuando le conté a una amiga mis aspiraciones, me hizo ver cuánto me gustaban los libros y las revistas por lo que me sugirió que me convirtiera en editora. Eso es lo que terminé haciendo”, dice.
Hoy día, la autoedición (DTP) es la norma, pero en esa época, las revistas ASCII eran las únicas que la usaban, estaban realmente a la vanguardia. Mi primera oportunidad de participar en un trabajo relacionado con la cerveza fue en la serie “Vamos a encontrarnos en el bar” publicada en esta misma revista alrededor de 2003-2004. Nos reuníamos con gente de la industria informática para hablar sobre su trabajo con una cerveza o dos. Un antiguo colega que sabía que me gustaba la cerveza me dijo que estaba considerando hacer una serie humorística sobre el tema y me pidió que contribuyera. ¡Fue el primero de la serie llamada Gokujô no bîru o nomô! [Bebamos la mejor cerveza]”.
En ese momento, las cervezas extranjeras eran muy populares, pero las microcervecerías locales no suscitaban ningún interés. “Comencé investigando tiendas y bares especializados en marcas belgas, alemanas y extranjeras en general”, explica. “Creo que el factor principal que contribuyó a que la gente conociera la producción artesanal japonesa fue la cadena de bares Craft Beer Market que se estableció en 2011. De repente, había sitios que tenían buena comida y cervezas que nadie había probado antes y a precios razonables. Esto provocó muchos debates y fomentó el interés en las cervezas artesanales japonesas. Gracias a esta cadena, el número de nuevos apasionados de la cerveza también aumentó significativamente”, añade Noda Ikuko.
“Desde el punto de vista comercial, no se puede decir que la cerveza artesanal tenga un alto margen de beneficio debido a los elevados costes de producción. Cuando se trata de cerveza extranjera hay que agregar además el coste de importación. Pero este bar introdujo un sistema de precios uniformes de dos niveles (uno de ¥490 (4€) por una bebida y ¥790 (6,6€) por una pinta, muy competitivo) que son relativamente económicos para el mercado japonés. A partir de ahí, el número de bares de cerveza artesanal creció muy rápidamente.”
Según la periodista, esto ha ido transformando gradualmente el universo de las cervecerías. “Sin duda, esta es la gran tendencia de los últimos años. Ha surgido un nuevo tipo de lugar que ofrece una experiencia completa al crear un espacio donde poder disfrutar de una buena cerveza y comida, con un gran ambiente y una gama de cervezas que cambia constantemente. Es una nueva filosofía en la que se anima a los clientes a interactuar con los propietarios, siempre dispuestos a compartir sus conocimientos para ayudarles a elegir la cerveza adecuada”, dice la periodista.
Actualmente hay más de 400 microcervecerías en Japón y el mercado de la cerveza artesanal, aunque todavía pequeño, sigue creciendo de forma constante. “La locura actual comenzó en 1994, cuando el gobierno relajó sus reglas tributarias”, explica. “Sin embargo, muchas cervezas artesanales, o jibîru (cervezas locales) como se las llamaba, que se elaboraban hasta principios de la década de 2000, eran caras y bastante malas porque muchos cerveceros carecían de la experiencia y los conocimientos necesarios. Era el tipo de cerveza de capricho que los turistas podrían comprar como recuerdo, pero nunca lo comprarían una segunda vez.
“Las cosas empezaron a cambiar hace unos 10 o 15 años cuando los cerveceros japoneses comenzaron a participar con sus productos en concursos internacionales. Pero el verdadero punto de inflexión llegó en 2015, cuando las cuatro grandes empresas japonesas comenzaron a invertir en la elaboración de cerveza artesanal. Las ventas de cerveza habían disminuido durante varios años y necesitaban un nuevo producto que se diferenciara del estilo de la Pilsner que había dominado el mercado desde principios del siglo XX. Kirin, en particular, tomó la iniciativa al cooperar con microcervecerías locales y compartir su larga experiencia y su inmenso conocimiento técnico. Esta colaboración ayudó a aumentar significativamente la calidad promedio de la cerveza artesanal en Japón”, dice Noda Ikuko.
Ella se muestra particularmente optimista con el papel que Kirin, Asahi y las otras grandes cerveceras pueden jugar en la diversificación del mercado cervecero nacional. “Recordad lo que hicieron con happôshu y la cerveza ‘nuevo género’. Me merecen un gran respeto por haber creado estas nuevas bebidas tan populares. Dicho eso, creo que es una pena que hayan usado su experiencia y tecnología superior para desarrollar algo como el happôshu. Después de todo, nació exclusivamente para evitar el impuesto punitivo al alcohol. Si quieres mi opinión, podrían haber hecho un mejor uso de su conocimiento. Además, estos nuevos productos han creado cierta confusión ya que hay ciertas cervezas extranjeras, cervezas reales, que en Japón se etiquetan como happôshu solo porque contienen cilantro o fruta y tienen un bajo contenido de alcohol.”
Según la periodista, el otro hecho relevante que se ha producido en los últimos años es el cambio de mentalidad de los productores de cerveza artesanal. “Originalmente, el sistema de elaboración de cerveza se importó del extranjero. Incluso el concepto de cerveza artesanal en su conjunto se originó en Europa y luego fue adoptado, desarrollado y mejorado por los cerveceros estadounidenses. En cuanto a los cerveceros japoneses, durante muchos años se contentaron con copiar la elaboración de cerveza extranjera, ya fuera de estilo británico o estadounidense. Pero en los últimos años han aprendido a introducir métodos de elaboración originales e ingredientes locales como hierbas japonesas, algas, etc. El tipo de cerveza que los cerveceros japoneses hacen muy bien es la de frutas. Cada región es famosa por una determinada fruta y los cerveceros las incorporan en sus recetas:melocotones, natsu mikan (naranjas de verano maduras) pomelos, etc. Los cerveceros japoneses saben muy bien cómo encontrar el equilibrio adecuado entre las características de la cerveza y las de la fruta”, asegura.
Cuando se le pregunta qué es lo que más le gusta de su trabajo, Noda Ikuko responde que es la cerveza en sí, pero se apresura a agregar que hay otras cosas igualmente importantes. “Me gusta elegir diferentes cervezas en función de diversos criterios: dónde bebo, con quién, qué como con esta cerveza. Todos estos factores deben tenerse en cuenta, ya que hacen que la experiencia sea aún más divertida e interesante. Cuando lo piensas, la cerveza es una especie de herramienta de comunicación. Elegir una cerveza es algo muy subjetivo; es una forma de conocerse a sí mismo y a las personas con las que se bebe. Es curioso ver lo que beben otras personas, las decisiones que toman”, dice.
A la periodista le gusta beber en bares y pubs porque cada uno tiene un concepto diferente y gracias al conocimiento y amabilidad de los bartenders, siempre está descubriendo nuevas marcas. Lamentablemente, la reciente crisis sanitaria ha limitado sus salidas, pero intenta ayudar todo lo que puede. “A menudo compro directamente en las cervecerías. Confieso que hace meses que no voy a un bar, pero he comprado un barril de cinco litros que relleno en un bar para poder seguir disfrutando de la cerveza con total seguridad en mi balcón con mi marido. Es lo mínimo que puedo hacer para apoyar a los profesionales de la cerveza… y mantener mis hábitos de bebida.” (risas)
Además de la cerveza, Noda Ikuko tiene otros pasatiempos, como el buceo, y disfruta combinando estas dos pasiones siempre que puede. “Baird Beer (ver págs. 18-22) construyó una fábrica en Shuzenji, prefectura de Shizuoka, en 2014. Shuzenji se encuentra en una zona de aguas termales en la península de Izu, que además es la meca del buceo. Para mí, un viaje a Izu es una oportunidad para bucear por la mañana, disfrutar de las aguas termales por la tarde y degustar una excelente cerveza artesanal por la noche. ¡La gloria total!”
J. D.