Desde 2015, las aventuras de la joven en el universo de las destilerías apasionan al público femenino. Éste aprecia la sutileza con la que el personaje aborda el tema. Después de todo, Sasa no sabía mucho del sake. Se trata por tanto de un viaje iniciático que adentra a las lectoras en las regiones japonesas, para nuevas conquistas. Muchas de esas lectoras se identifican sin duda con la joven, cuyo talento descubriremos poco a poco. No le faltará trabajo en un país en el que hay aún censadas alrededor de 1.300 destilerías de sake. Habiendo logrado hacerlo mejor que el responsable de la sección de sake en un test organizado por su jefe, comienza una nueva vida profesional yendo a la provincia de Akita, algo nuevo para ella, en el noroeste del archipiélago. Allí conoce a Satô Jôji, el jovial director general de Hinomaru Jôzô, una de las destilerías más emblemáticas del país, que le permite visitar su empresa fundada en 1689. Degusta el Umakaramansaku, un tokubestu junmai en el que el nivel de pulido es de un 55%, y le apasiona. Al final de cada capítulo, una ficha detallada sobre el sake y sus productores permite a las lectoras familiarizarse con cada uno de los productos mencionados.
Los autores de Horoyoi shubô [El sello de la resaca, ediciones Jitsugyô no Nihon Sha] tienen un método similar, proponiendo al acabar cada relato una pequeña ficha sobre cada una de las botellas presentadas, señalando además un plato local con el que el alcohol marida de manera perfecta. Nogami Hironobu y Nagao Tomohisa no buscan específicamente lectoras femeninas. Sin embargo, no se olvidan de ellas en la medida en la que han elegido como principales protagonistas a un hombre y a una mujer, dos colegas de trabajo. Ueno Hiroki y su subalterna Murata Kyôko van de restaurante en restaurante descubriendo la mejor combinación entre plato y bebida. Hiroki es el arquetipo de empleado japonés, mientras que Kyôko se muestra mucho más dinámica y emprendedora. Este manga se interesa también por el shôchû, un alcohol destilado muy apreciado por los japoneses, y el sake tiene un tratamiento privilegiado. La idea es presentar productos originales o al menos poco conocidos, los cuales permitan subrayar algunos rasgos del carácter de los personajes, que hagan sentirse a los lectores cercanos a ellos. De este modo, en el primer relato, Kyôko lleva a su jefe a Kuri, un bar especializado en el nihonshu y situado en el barrio de Shinbashi, en Tokio. “Hablaban de él en un libro y como hay sakes interesantes, he reservado aquí”, le dice mientras que él le pregunta con un tono dudoso “¿interesantes?”. De este modo, su jefe descubre dos sakes producidos en la provincia de Tottori, al oeste del país. Dos daiginjô de la destilería Suwaizumi, cuya particularidad es la de utilizar levaduras de flores (hana kôbo) en el proceso de elaboración, aportando a la bebida un perfume y un gusto que la distingue del resto de sakes. El manga se pretende didáctico. Igualmente, en cada capítulo, hallamos informaciones técnicas gracias a las cuales los lectores enriquecen sus conocimientos y pueden a continuación decidir adentrarse también en la aventura del gusto, porque la idea es esa. No hay una intriga particular en esta historia, sino que se percibe un deseo por compartir los descubrimientos gustativos. El nihonshu siempre está acompañado aquí de alimentos, la mayoría muy sencillos, que subliman su degustación. El placer está omnipresente y los dos personajes, con sus actitudes y expresiones, no lo pueden dejar más claro. Es más importante que la serie se haya publicado en la revista Manga Sunday, leída sobre todo por un público de empleados cuya vida profesional no rima precisamente siempre con placer. Por desgracia, dejó de ser publicada tras la desaparición de la revista.