Famosa por su camino de peregrinación que recorre 88 templos, esta isla alberga igualmente otros tesoros.
Sgún los habitantes de Takamatsu, ciudad de la prefectura de Kagawa en Shikoku, el Ritsurin kôen es el cuarto jardín más bonito de Japón, justo después del Koraku-en en Okayama, del Kenroku-en en Kanazawa y del Kairaku-en en Mito. Basta con visitar este jardín histórico para comprender el entusiasmo de los japoneses por este increíble parque. El jardín de Ritsurin es inmenso, se extiende sobre 76 hectáreas y se funde naturalmente con el paisaje, ya que ha sido concebido de manera que la montaña que lo domina (el monte Shiun) forme parte de él. En la época de su concepción, en 1620, como todos los jardines señoriales (daimyô teien), servía igualmente como lugar de entrenamiento de equitación (kobusha) y se componía de espacios dedicados a la pesca o la caza (kamoba). El jardín fue concebido por Ikoma Takatoshi que gobernaba en esa época en las llanuras de Sanuki (antiguo nombre de la prefectura de Kagawa). Fue necesario un siglo para acabarlo por completo. A continuación, pasó a ser propiedad de la familia Matsudaira Yorishige entre 1745 y 1820, siendo abierto al público en 1875, después de la llegada del emperador Meiji al poder.
En la actualidad, 30 jardineros trabajan aquí diariamente cuidando las dieciséis colinas, los seis lagos y los numerosos arreglos en piedra de todos los géneros que componen el paisaje. Para el visitante, el espectáculo es diferente a cada paso, en cada sendero…También se puede tomar un barco al borde del Nanko para apreciar los jardines desde otra perspectiva, desde los lagos. Encontraremos casas de té que nos propondrán un momento de relajación perfecto: la tradición manda que los jardines japoneses se contemplen sentados, preferentemente con una taza de té y un dulce. La casa de té Kikugetsu-tei, situada justo al borde del lago, tiene, sin duda, una de las mejores vistas del jardín.