Actualmente, uno de cada 49 niños nacidos en Japón es mestizo. Su integración es objeto de un gran debate.
Sumoto Edward ha llevado siempre su mestizaje con orgullo. Nacido en Venezuela, es japonés por parte de su madre, ya fallecida. “Siempre me gustó ser diferente. Estoy orgulloso de ser portador de dos patrimonios culturales.”, dice sonriendo.
Edward vive en Japón desde hace doce años con su mujer, también mestiza, y su hijo de 2 años. “Nos instalamos en Kobe donde trabajo en el sector de las energías renovables”. Feliz de vivir aquí, Edward es un treintañero comprometido con los derechos de los mestizos (los llamados hâfu en japonés). Ha creado la asociación Mixed-Roots Japan que organiza eventos sobre todo en Kansai pero también en Tokio. Allí organiza debates y encuentros “donde las familias pueden venir con su hijos. Me gustaría que vinieran más japoneses pero es complicado movilizarlos con este tema”. Este domingo, en el barrio de Ebisu, en Tokio, presenta el trabajo del investigador Okamura Hyoue sobre la cronología de la población hâfu en Japón así como la terminología de la palabra.
“El término hâfu, del inglés ‘half’, se utiliza desde 1900, pero se populariza sobre todo a partir de los años 1960-1970” dice Edward. “Al principio se refería solo a las chicas. Para los chicos se seguía utilizando la expresión konketsu-jin (persona de sangre mezclada)”. Después de la Segunda Guerra Mundial, Japón empieza a descubrir rápidamente la cultura occidental. “Las chicas mestizas, ni japonesas ni realmente extranjeras, se convierten en musas publicitarias… Se las presenta siempre de manera muy sexualizada”.
Un grupo de música pop, los Golden hâfu, triunfa utilizando la terminología contemporánea de la palabra y rápidamente se populariza en la población mestiza. “Algunas personas prefieren utilizar ‘doble’ o ‘mixta’. Personalmente no me siento insultado por este término”. En el siglo XIX, se decía ainoko (híbrido), “y la palabra zasshu que se utilizaba también para los animales…”.
La mediatización de los hâfu después de la guerra, “esconde una terrible realidad” nos recuerda Edward. “En Japón se rechazaba a estos niños, a veces no reconocidos por el padre extranjero o resultado de matrimonios forzados o violaciones, y que terminaban a menudo en orfelinatos o incluso peor… En Negishi, el cementerio de extranjeros de Yokohama, hay una zona donde unos 800 niños hâfu están enterrados; hay todavía un monumento, pero las inscripciones en japonés y en inglés se ha borrado…”.
Según el ministerio de la Salud, 1 de cada 49 niños nacidos en suelo japonés es mestizo. Esta cifra ha explotado en los últimos quince años. Los residentes no japoneses son actualmente más de 2 millones frente a los 342.000 que había al principio de los años 2000, es decir, el 2% de la población del país. Este crecimiento ha supuesto, naturalmente, el aumento de las uniones entre japoneses y extranjeros que ya sobrepasan los 30.000 por año (4.000 en 1960). Los residentes extranjeros en Japón son mayoritariamente chinos, coreanos, pero también americanos y europeos y viven sobre todo en Tokio y Osaka.
Este domingo, Edward ha invitado a numerosas personas a dar su testimonio como Yano David, japonés y ghanés que se ha criado en un orfanato y Nakagawa Marie, modelo y primera mujer joven aceptada en el célebre desfile de las chicas de Tokio. “Los hâfu de piel negra son, sin duda, aquellos que sufren más vejaciones y humillaciones. Cuando era pequeña, los compañeros de clase de Marie le echaron agua hirviendo porque querían aclarar su piel y tuvo que ser hospitalizada.”