Yûbari es la ciudad más pobre de Japón. Sin embargo, tanto habitantes como dirigentes quieren creer que hay un futuro para ella.
Se dice a menudo de Japón que es una especie de laboratorio de todos los fenómenos a los que nuestras ciudades desarrolladas se enfrentarán en los próximos años. Para comprender los desafíos que nos esperan y cómo afrontarlos, hay que visitar Yûbari. Situada a unos 90 minutos de Sapporo, la ciudad fue uno de los mayores centros mineros del archipiélago. En su apogeo, contaba con 120 000 habitantes, numerosos cines e incluso un centro comercial de 5 plantas.
Hoy, están censadas menos de 8 700 almas de las que cerca del 50% tiene más de 65 años. Desde la clausura del último pozo minero en 1990, Yûbari se ha convertido en la ciudad de los récords negativos. Es de lejos la que tiene la población más vieja de Japón, con una media de edad que alcanzará los 65 años en 2020. Yûbari que tenía 22 escuelas primarias, 9 escuelas secundarias y 6 institutos, hoy solo cuenta con un centro por cada nivel. Solo quedan 75 estudiantes de secundaria frente a los 130 que había en 2007. Cuando paseamos por las calles a menudo desiertas, no nos cruzamos con ningún joven. Solo una de cada veinte personas tiene menos de 15 años. La situación demográfica de Yûbari es extrema, pese a ser un fiel reflejo de los pronósticos nacionales que preveen que ciertas ciudades y aldeas desaparecerán en los próximos años.
En 2014, en su libro Chihô shômetsu [La desaparición de la provincia, edición Chûôkôron Shinsha, inédito en español], un antiguo alto funcionario, Masuda Hiroya, ya adelantó que 896 colectividades locales podrían correr la misma suerte de aquí a 2040.