En 2003, publicó un libro sobre el asentamiento de “colonos” japoneses en la isla de Hokkaidô. Fue antes de que usted se mudase aquí…
I. N. : Shizuka na daichi [Tierra tranquilla, no traducido en español] trata de mis ancestros por parte materna (mi bisabuelo y su hermano) que vinieron a Shizunai para trabajar en una granja. Desde mi infancia, siempre he oído contar su historia: lo que llamamos “mitología familiar”. Cuando me convertí en escritor, inmediatamente pensé en escribir sobre este tema pero no quería que mi falta de experiencia hiciera fracasar el proyecto. Finalmente, en 2001, Asahi Shinbun me propuso publicar una novela por entregas y sentí que era el momento de lanzarme en este tipo de escritura. La novela apareció entre junio de 2001 y agosto de 2002, el libro fue publicado en septiembre de 2003.
Para hacer un resumen rápido de las 600 páginas, digamos que se trata de la historia de unos hermanos que emigraron de las islas Awaji, al sur de Kôbe, hasta Hokkaidô y que construyeron un gran rancho en los dominios de los ainus (ver pág. 14). La historia se sitúa a principios de la era Meiji (1868-1912), hace cerca de un siglo y medio. Es la historia de una familia, que si bien no ha traspasado la frontera nacional, se instala en lo que en la época era aún una colonia interior en la que el clima y la cultura les eran totalmente desconocidos, y lo hacen para iniciar una forma de agricultura imitando la que se realizaba en América.
Esta novela parece ocupar un lugar especial entre sus numerosas obras. Además, con ella ha conquistado premios como el Premio Shiba Ryôtarô en 2003 o el Premio Shinran en 2004 que premia más un género de trabajo literario que una obra en particular.
I. N. : Se trata de la historia de mis ancestros y, por lo tanto, fue un libro basado en un material que era personalmente muy valioso. Además, la escritura reforzó en mí el sentimiento de ser un “hombre de Hokkaidô”. Era también la primera vez que me lanzaba en el género de la novela histórica: una ficción basada en hechos históricos.
Reflexionado de forma retrospectiva, me doy cuenta de que hay una tema constante en el conjunto de mi trabajo que gira en torno a lo que los japoneses piensan y cómo reaccionan cuando están frente a una cultura diferente en el extranjero. Me doy cuenta de que con frecuencia he escrito historias en las que lanzo un japonés o japonesa a una cultura extranjera y describo sus reacciones. Estoy convencido que de todos los fenómenos que tienen lugar en el mundo hoy día, el de los movimientos migratorios debería ser uno de los temas principales de la literatura. Me interesa enormemente el destino de la gente que tiene que dejar su lugar de nacimiento, convertirse en inmigrantes, exiliados, desplazados, refugiados, ya sea por razones económicas o políticas.
Han pasado quince años desde de la publicación de su libro y, mientras tanto, se ha mudado a Hokkaidô. ¿Tiene la sensación de que hay cosas que han cambiado en la isla: sus relaciones con el poder central, la visión general del gobierno japonés en cuanto a su política regional?
I. N. : En cuanto al hecho de que Japón sea una nación en la que todo el capital y el sistema financiero estén concentrados en Tokio, no me parece que haya habido ningún cambio, se puede incluso decir que la centralización se ha agravado aún más. Relativamente a la cuestión ainu, me parece que hay cierto progreso. Por ejemplo, la “discriminación positiva” ha sido instaurada para entrar en la universidad de Sapporo. Hay también un proyecto para la creación de un centro destinado a la promoción de la cultura ainu y tengo la esperanza de que sea de calidad, dadas las competencias de ciertas personas que allí trabajan. Pero es cierto que hay todavía una gran diferencia en cuanto al nivel de vida y estudios.