¿Ha sido útil su experiencia como funcionario en Tokio para negociar con el gobierno?
S. N. : Efectivamente antes trabajaba para la ciudad de Tokio, cuya población se eleva a 13 millones de habitantes. Con 160 000 funcionarios, es la mayor administración local del mundo. Trabajé allí durante 11 años y 8 meses. En Yûbari, no conocía a nadie, confieso que estaba un poco desconcertado. Pero como queríamos realizar cambios muy profundos en la ciudad, eso puede ser una ventaja. Cuando se vive mucho tiempo en un sitio, se crean lazos muy fuertes con la gente. Eso puede ser algo positivo, pero si realmente queremos cambiar las cosas, esas relaciones pueden convertirse en un obstáculo. En este sentido, puedo decir que mi experiencia en otra administración, aunque a una escala totalmente diferente, me ha permitido desempeñar bien mi trabajo en una ciudad donde yo no tenía, podría decirse “ninguna cuenta que rendir.” Pienso que es la razón por la cual la gente dejó que cambiara las cosas de forma tan drástica. Aunque no se trata necesariamente de un requisito previo, terminó siendo algo positivo.
¿Qué ha cambiado desde su elección, hace ya 6 años?
S. N. : Yûbari es la única ciudad del país que entró en bancarrota. Esa es la razón por la cual la tasa de participación cuando fui elegido llegó al 82%, mientras que en Tokio se sitúa en torno al 40%… Comparo frecuentemente la administración o los servicios públicos, al aire que nos rodea. El aire existe, es evidente, no podemos imaginarnos que no esté ahí. Si nos comienza a faltar, es molesto. Pero en el caso de Yûbari, el aire comenzó de repente a ser irrespirable, y por eso la población empezó a preguntarse seriamente: “¿Qué hacer?” Para mí, lo que verdaderamente ha cambiado en el curso de estos últimos años, es que los ciudadanos se dieron cuenta de que no podían apoyarse de forma permanente en la administración, que había cosas que debían hacer ellos mismos. Ya no piden recibir cosas, ahora están en un estado de espíritu en el que se preguntan: “¿Qué puedo hacer yo?” Nunca se hubieran dado cuenta si la ciudad no hubiera entrado en bancarrota. Si ahora les preguntamos sobre las acciones que se han llevado a cabo en la ciudad, responden por ejemplo sobre el proyecto de la ciudad compacta o la decisión de suprimir la línea JR. La gente es capaz de hablarlo, es importante poder reflexionar juntos acerca de la ciudad. Evidentemente, hubiera sido mejor que todo el mundo lo hubiera comprendido antes, pero el ser humano tiende inevitablemente a lo más fácil. Para mí, eso es lo que ha cambiado realmente en los ciudadanos.
Los esfuerzos que se le han pedido a los ciudadanos en los últimos años comienzan a dar sus frutos. ¿Puede darme uno o dos ejemplos de los que esté particularmente orgulloso?
S. N. : El concepto de ciudad compacta que mencioné anteriormente. Yûbari es mucho más extensa que Tokio. En 763 km2, antes vivían
100 000 habitantes. Había que concentrar las funcionalidades de la ciudad. Pero la población no quería mudarse. Durante seis años discutimos con ellos para intentar convencerlos. Finalmente, el 6% de la población, sin distinción de edad, aceptó. Eso representa unos 300 ciudadanos. Es apenas un 6%, pero encuentro formidable que la ciudad haya evolucionado, que la gente haya aceptado hacer un esfuerzo. Entre ellos, había un hombre de 98 años, el jefe de una asociación local, que hace 6 años se negaba a mudarse. Los inviernos en Yûbari son muy duros. Al llegar la primavera, le visité en su nueva casa, y fíjese lo que dijo “Es la primera vez en mi vida que paso un invierno tan caliente.” ¿Se da cuenta? Tenía 90 años en aquel momento. Quiere decir que ha tenido frío durante 90 años. Se oponía firmemente a mudarse y me parece increíble haya dado el paso. Esto me anima a seguír.