El camino de los jardines de Shikoku te llevará incluso más al oeste. Hasta Kôchi, ciudad principal de la prefectura del mismo nombre, donde te sorprenderá Makino, su jardín botánico. Abierto en 1958, en él se encuentran 3.000 especies de plantas, muchas de ellas descubiertas por el profesor Makino Tomitarô, quien les dedicó su vida. Su gran pasión por la botánica lo llevó a clasificar 400.000 especies, de las cuales él mismo descubrió 1.500. Eligió también la ubicación de este jardín, en las montañas con vistas sobre la luna llena en la noche. Desgraciadamente falleció un año antes de que el parque fuera acabado y abierto al público. El jardín Makino alberga espacios de plantas medicinales, innumerables flores, zonas para hacer picnic y un museo dedicado al profesor. También alberga un laboratorio de estudio donde aún se siguen clasificando especies del mundo entero.
A unos pocos kilómetros de allí encontramos otro jardín muy conocido, sobre todo desde que ganó 3 estrellas en la Guía Verde Michelín en junio de 2015. El insólito jardín Monet Marmottan se sitúa en la pequeña aldea de Kitagawa. Allí, los 1.500 habitantes han llevado a cabo la reproducción del jardín del pintor en Giverny utilizando una flor emblemática que, auque no existe en la versión francesa, sí que estaba presente en el imaginario del pintor: el nenúfar azul. Durante todo el verano hasta finales de septiembre se puede observar su floración. “Somos los únicos en el mundo que tenemos derecho a utilizar esta denominación, aparte de Giverny”, precisa con un punto de orgullo Matsushita Kôsaku, el director del jardín Monet Marmottan de Kitagawa. Este se compone de tres espacios: el jardín de flores, el jardín de agua, donde se encuentran las ninfeas, y el jardín de luz, que se inspira en las obras realizadas por Monet con motivo de un viaje con Renoir a la costa del Mediterráneo. El parque se extiende sobre 30 hectáreas y posee más de 55.000 especies de plantas. Para conseguirlo, se han realizado varios intercambios con Francia. “Desde hace tres años, Giverny tiene sus propios arces japoneses”, dice entusiasmado Kawakami Yutaka, el jardinero jefe.
Después de tanta intensidad lo mejor será relajarse en el Hirome ichiba, en Kôchi, que nos propone en su inmenso mercado cubierto un aperitivo con un poco de cada especialidad regional. Pescado crudo katsuo o shirasu acompañado de cerveza al aroma de yuzu, pasando por patatas dulces fritas. El domingo por la mañana no te pierdas el mercado de la ciudad de Kôchi, conocido por su gran diversidad. Se venden frutas y verduras, pescado y otros tsukemono (encurtidos) en una extensión de tres kilómetros. A pesar de la fila de espera no te puedes perder el imoten, un buñuelo de patata dulce ¡para caerse de espaldas! y tampoco hay que olvidar los sushis de verduras.