Desde hace 125 años, el Chugoku Shimbun está al servicio de la población de Hiroshima con la que ha vivido de todo.
Si hubiera que encontrar una palabra para caracterizar Hiroshima, “coraje” sería, sin duda alguna, la más apropiada, dado todo lo que la ciudad y la región que lleva su nombre han vivido en el trascurso del siglo pasado. Y una de las cosas que mejor ilustra ese coraje es, justamente, el Chugoku Shimbun. Fundado en 1892, este diario ha tenido como credo, desde su creación, el estar al lado de la población, es decir sus lectores, fueran cuales fueran las circunstancias. Esta voluntad se manifiesta desde su creación. En ese momento ya existía en la ciudad un periódico muy influyente, el Geibi Nichinichi Shimbun, que podía enorgullecerse de ser el quinto periódico más leído del país con 56 000 ejemplares. Pero lejos de estar al servicio de los lectores, era el portavoz del Partido Progresista Constitucional (Rikken kaishinto) de Okuma Shigenobu. Esta es la razón por la que algunos pensaron que era mejor desmarcarse de la política y proponer un contenido que se focalizara en proporcionar información útil a la población. Así nace, el 5 de mayo, el Chugoku. Su nombre venía a ser la manifestación de un deseo de independencia, marcando así el territorio del que pretendía apropiarse. Además, detrás de los dos caracteres de su nombre, Chugoku, se podía apreciar esta zona de influencia. Pero en un momento de la historia de Japón en el que la democracia intentaba aun abrirse paso, el Chugoku no podía cortar completamente con la política. Para desmarcarse de su competencia brindó su apoyo al partido de Amigos del Gobierno Constitucional (Rikken Seiyukai). Esta asociación se prolongó hasta principios de los años 20 cuando, a diferencia del Geibi Nichinichi Shimbun, el diario fundado en 1908, el Chugoku Shimbun, decidió romper con la política para concentrarse en una misión primordial: la información. Una elección que se verá recompensada rápidamente, pues su difusión crece ultrapasando a su gran rival. En 1927, con más de 50 000 ejemplares, sobrepasa con gran diferencia al Chugoku Shimbun, con apenas 20 000 ejemplares. Ocho años más tarde, toma el control.
La elección de dar la espalda a la política puede no ser visto por algunos como una forma de “coraje” sino más bien como un cálculo comercial, pero eso no impide que el Chugoku Shimbun nunca haya fracasado en la misión que se había fijado: la de estar al servicio de sus lectores en las buenas y en las malas. Lo que pasó el 6 de agosto de 1945 ha sellado definitivamente este compromiso, ya que el periódico, como una gran parte de la población de Hiroshima ha vivido el horror del primer bombardeo atómico de la historia de la humanidad. La sede del Chugoku Shimbun se encontraba a 900 metros del epicentro de la bomba que produjo 140 000 muertos y dejó la ciudad totalmente arrasada en un radio de 3 kilómetros. Esa mañana, los 114 empleados del periódico se encontraban ya en el edificio cuando el flash letal lo destruyó todo. Mirando las fotografías tomadas en los días siguientes al lanzamiento de la bomba, en medio del paisaje que parece una inmensa tierra quemada, se pueden ver algunos edificios todavía en pie. El más emblemático de todos ellos, la Cúpula de la bomba atómica, declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad en 1996, permanece en pie tras haber resistido a la explosión a pesar de su proximidad al epicentro, como lo que quedó del edificio Chugoku Shimbun.