A pesar de esta situación, los habitantes jamás se han dado por vencidos y muchos de ellos se han comprometido a favor de la paz y de la lucha anti-nuclear. Aunque este pacifismo, profundamente anclado, no acaba de satisfacer a todos, en la cumbre de Estado en 2016 ha encontrado un aliado de peso en Barack Obama. Este, que participaba en su último G7 como presidente de los Estados Unidos, decidió visitar los lugares donde fueron lanzadas las bombas para “reflexionar sobre esta fuerza terrible liberada en un pasado no tan lejano. Hemos venido para rendir homenaje a los muertos”. Su presencia simbólica y su llamamiento a un mundo sin armas nucleares han puesto de relieve la importancia que reviste la lucha conducida durante varios decenios por la población de Hiroshima.
Es lo que también explica en parte porqué la región atrae un turismo extranjero. En este aspecto, Hiroshima se distingue también del resto del archipiélago. En primer lugar, mientras que la mayoría de los visitantes en Japón son asiáticos, principalmente chinos y coreanos, la región de Hiroshima recibe sobre todo a occidentales.
Aunque lógicamente los americanos son los más numerosos, encontramos también franceses y británicos. Y si contamos los australianos, llegamos a un total de 636 000 turistas venidos de Occidente frente a los 417 000 asiáticos. Esto puede parecer meramente anecdótico pero esta diferencia es importante en la medida en que subraya la fuerza turística de la región, basada en la riqueza cultural e histórica. Mientras que para la mayor parte de los otros grandes polos esta se basa en el shopping, con todas las limitaciones que ello supone. Es también importante recordar que en 2016 el número de turistas en Hiroshima ha aumentado de media 34% frente al año anterior cuando la progresión media a nivel nacional fue del 16% durante el mismo periodo.
He aquí porqué esta región acapara las miradas y se encuentra entre los “productos del año”. Pero no solo es el marketing lo que cuenta. Existen otros elementos gracias a los cuales se puede entender el interés creciente de una nada desdeñable parte de los japoneses. Desde hace varios años se ha constatado, en efecto, el deseo creciente en algunos de ellos de encontrar un nuevo equilibrio de vida lejos de los grandes centros urbanos como Tokio.