La región de Hiroshima se caracteriza por una riqueza gastronómica capaz de conquistar al más escéptico
De la misma manera que la mayor parte de las regiones de Japón, la prefectura de Hiroshima dispone de una gastronomía que no deja indiferente a ningún amante de la cocina. Hay para todos los gustos, siendo el okonomiyaki quizás el plato más emblemático. Literalmente, este término significa “todo lo que te gusta a la plancha”. Dicho de otra manera, a nadie le puede disgustar el okonomiyaki ya que contiene todos nuestros ingredientes favoritos. La base es simple. Se trata de una especie de masa de crepe que se pone en una gran plancha caliente. A continuación, se incorporan los ingredientes seleccionados por el cliente y que serán cocinados bajo la atenta mirada del chef. Aparentemente este proceso parece muy simple hasta el punto que ciertos restaurantes proponen a su clientela preparar ellos mismos el okonomiyaki en una placa caliente instalada en mesas individuales. Es un momento agradable para compartir, sin embargo, los cocineros amateurs no llegan a conseguir el mismo grado de perfección que los especialistas, quienes saben dosificar perfectamente la temperatura de cocción que puede variar de un alimento a otro. También se recomienda sentarse en la barra para observar la minuciosidad con la que el chef prepara el okonomiyaki que va a ser degustado a continuación.
Para comprender por qué este plato ocupa un lugar tan importante en el universo gastronómico de Hiroshima, hay que remontarse, una vez más, al periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Antes del conflicto, los crepes eran un tentempié extendido en la ciudad, en particular para los niños. Inmediatamente después de la rendición del país, un buen número de madres de familia, preocupadas por llegar a fin de mes, tuvieron la idea de recuperar este comercio de crepes. Desde ostras, otra especialidad local, hasta los fideos soba pasando por el calamar, estos ingredientes constituían un plato nutritivo cuyo gusto variaba en función de su contenido por un precio muy modesto. Esto es lo que ha contribuido a su popularidad en la población local. El plato alcanzó su apogeo cuando la empresa Otafuku lanzó una salsa especialmente adaptada al okonomiyaki para realzar el gusto. Cuando el país se liberó de la ocupación americana en 1952, la empresa puso en marcha una nueva fórmula que consistía en una textura lo suficientemente espesa como para no empapar inmediatamente el okonomiyaki y permitir que la salsa sublimara el conjunto. El equilibro está tan cerca de la perfección que los chefs no dudan en utilizar esta salsa en sus preparaciones.