Pero Miyajima Nozomu no podía estar satisfecho únicamente con esto. No quería sólamente replicar los quesos franceses. Su verdadero deseo era crear “un verdadero queso japonés”. Eso es lo que ha hecho, dándole el nombre de Sakura, o cerezo, porque los pétalos del ezoyama sakura, una especia única de Hokkaidô, le dan un sabor completamente único. Esto le valió la medalla de oro en 2004, en el concurso internacional de Appenzell, en Suiza. En 2008, los jefes del los estados del G8 reunidos en el lago Tôkayo pudieron degustarlo y desde 2012 la compañía aérea Japan Airlines lo ofrece a sus pasajeros de primera clase. También ha creado el Sakagura, un queso al aroma de sake, que la familia imperial tiene el privilegio de comer. La producción es limitada. El éxito no se le ha subido a la cabeza a nuestro productor con alma de militante, defensor de los productos locales. Le preocupan, no obstante, los acuerdos de libre comercio que se han firmado entre Japón y la Unión Europea o la nueva enmienda del Acuerdo Trans-Pacífico que tendrán un impacto en la importación de productos lácteos. Por ello ha multiplicado las iniciativas para dar a conocer sus quesos y los productos de la región. Ha abierto un restaurante en su propiedad donde se puede degustar todo lo que se produce en sus tierras, además de cervezas y vinos de Hokkaidô. Quiere ser optimista y los que le rodean y que, gracias a él han encontrado una buena razón para no rendirse, se han convertido en sus mejores embajadores.
Odaira Namihei