A diferencia de este último, que se caracterizaba por sus combates entre monstruos delante de científicos desvalidos, el nuevo proyecto debía poner en relieve la importancia de los miembros de la Agencia de Investigación Científica (AIS), organización internacional creada para proteger la tierra de las catástrofes, cuya sede estaba en París y que disponía de un equipo de refuerzo en Japón. Una manera de mostrar a los japoneses que su país no era un paria en el mundo tal como lo había sido después de la Segunda Guerra Mundial. Japón fue admitido en las Naciones Unidas en 1956 y Tokio organizó los Juegos Olímpicos en 1964, unos meses más tarde de su adhesión a la OCDE. Este es un punto particularmente importante ya que la emisión se dirigía a los más jóvenes y era fundamental hacerles comprender que su país, siendo ya un miembro de pleno derecho de la comunidad internacional, tenía también una importancia excepcional a acoger un grupo especial de la AIS. Quizás se debió al hecho de que Japón hubiera sufrido en la última década varias catástrofes medioambientales como la de Minamata. Nunca se dió una explicación pero lo cierto es que los 5 miembros de la AIS (Muramatsu, Arashi, Ide, Takako y Hayata) tuvieron más trabajo en el archipiélago que en cualquier otra parte del mundo. Su destino cambia radicalmente el día en que el gentil Ultraman, que ha viajado tres millones de años luz para ayudar a los habitantes de la tierra a luchar contra los humanos, choca contra Hayata. En vez de dejarlo morir, Ultraman se fusiona con él. Hayata vuelve a la vida mientras que el extraterrestre se recluye a su crisálida, dispuesto a intervenir cuando la tierra esté en peligro. Una solución práctica ya que Ultraman no puede sobrevivir más de tres minutos en la atmósfera terrestre. Esto explica por qué tiene un accesorio luminoso de color azul en el pecho que se vuelve de color rojo y parpadea cuando se acerca al límite de tiempo. Hayata se transforma en Ultraman una vez activa la Capsula Beta en su posesión. La pregunta es si el Ultraman bueno conseguirá derrotar al monstruo de turno que ha decidido sembrar la destrucción en la tierra. La mayor parte de las veces lo logrará, pero también a veces el súper héroe fracasa y el villano se escapa. La idea no es mostrar que la victoria se consigue por la simple destrucción del enemigo, suprimiéndolo, sino que ésta solo podrá ser obtenida si se vence en combate a pesar de la adversidad. Además, los miembros de la AIS no son militares, son científicos, y su papel no es hacer la guerra, sino impedir que lo peor se produzca. En este sentido, se parecen mucho a las fuerzas de autodefensa creadas con el objetivo de proteger Japón y no llevar a cabo operaciones de guerra. De tal manera, Ultraman se inscribe perfectamente en el espíritu que moviliza a los japoneses de la época.
Veinte años después de la Segunda Guerra Mundial, era importante preservar cierta idea de pacifismo. Y Ultraman parece encarnarla a su manera. “Venido del país de la luz para preservar la paz, he aquí nuestro Ultraman”, dice la canción que millones de niños han aprendido de memoria y cantado a voz en grito en los recreos. Además, la serie no está desprovista de cierto humor y moral. Se defiende también el sentido del esfuerzo, la amistad y la solidaridad, tres elementos claves que se convertirán en el leitmotiv de la revista Shonen Jump que el editor Shueisha lanzará con éxito dos años más tarde. El éxito de Ultraman está ligado igualmente a la estrategia de comunicación que la cadena TBS ha puesto en marcha para acompañar el lanzamiento de la serie. En concreto, se apoyará sobre el semanal Shonen Magazine, en el cual serán publicados los dossiers detallados de la serie con el objetivo de alimentar la imaginación de los lectores y darles información suplementaria para que comprendan la mecánica.