Creado por Tsuburaya Pro, Ultraman rememora el Japón que nos provoca hoy día una gran nostalgia.
En un momento en el que los héroes hollywoodienses invaden masivamente nuestras pantallas hasta tal punto que algunos libran entre ellos una lucha fratricida, Japón se prepara para celebrar el 50 aniversario de su primer súper héroe: Ultraman. A pesar de su edad, es todavía muy popular entre los japoneses. Es quizás el personaje que mejor encarna los valores en los que muchas generaciones se reconocen. A diferencia de Superman, creado en los años 30 para defender “la verdad, la justicia y el modo de vida americano”, Ultraman no fue creado por el deseo de imponer una visión japonesa del mundo. Ultraman no tiene sentimientos humanos como lo puede tener Superman. No para los trenes que pierden el control, no evita que los edificios se derrumben y no defiende a una joven mujer amenazada por los malvados. Él está solo ahí para luchar contra los monstruos, y la mayor parte de las veces lo hace con las manos, pese a disponer de un rayo. Ultraman tampoco habla. Su vocabulario se resume a la expresión “¡Shwatch!” que pronuncia cuando se marcha tras haber neutralizado al monstruo que amenazaba el planeta. No manifiesta ninguna emoción ya que su rostro, mitad pez, mitad insecto, no permite detectar ninguna expresión de dolor, pena o alegría. Recibe los golpes como los reparte, sin muestras de dolor. Esta ausencia de humanidad no ha impedido que los japoneses hayan caído rendidos al encanto de este personaje de alrededor de 40 metros y con un peso de unas 40 000 toneladas. Ningún otro héroe ha conocido nunca tanta gloria entre el público. ¿Qué ha podido atraer tanto a los japoneses como para identificarse de tal manera con este héroe rojo y plateado? Merece la pena preguntárselo ya que 50 años después de su aparición en la pequeña pantalla, Ultraman continúa siendo una referencia para muchos de nosotros.
Todo comenzó el 17 de julio de 1966 en la cadena TBS, donde se difundió el primer episodio a las 19 horas. El programa, destinado al público joven y a las familias, consiguió movilizar a los japoneses delante de sus televisores con una audiencia media de 36.7% para el total de los 39 episodios. La mejor audiencia se registró en el episodio 37 (42,8 %) y la peor en el episodio 5 (29 %). Cifras espectaculares más aún teniendo en cuenta que la audiencia media en Japón sobrepasa apenas el 20%. Ninguna otra serie ha conseguido jamás algo semejante, lo que ha convertido a Ultraman en un modelo de referencia sin igual. Este éxito se debió a la creatividad de un equipo reunido en torno a Tsuburaya Eiji, el padre de los efectos especiales en Japón, cuya notoriedad había aumentado como la espuma después del éxito en el cine del primer Godzilla en 1954. Bajo contrato con la Toho hasta 1963, Tsuburaya Eiji funda Tsuburaya Pro, una sociedad que trabajará al servicio de la televisión, la cual tiene cada vez más importancia en el día a día de los japoneses. Colaborará sobre todo con la TBS para la cual producirá Ultra Q, una serie de 28 episodios en la que aparecen los monstruos más malvados. De alguna manera ha sido un golpe de suerte para el cine que tenía el monopolio de estos gigantes y la confirmación de la enorme influencia de la televisión en el archipiélago. TBS, que había conquistado una gran audiencia con una campaña de promoción orquestada con la sociedad farmacéutica Takeda, se frota las manos: no quiere quedarse sin la gallina de los huevos de oro. La cadena pide entonces a Tsuburaya Pro una nueva serie para sustituir a Ultra Q.