En el exterior, el sol cegador de la mañana brilla sobre las aguas de la bahía de Tomo-no-ura. Tomo es una encantadora aldea de pescadores en la punta de la península de Numakuma, a 14 km al sur de Fukuyama, en la prefectura de Hiroshima. Taichoro es un monumento histórico nacional, edificado en 1690 como anexo al templo Fukuzen-ji. Era utilizado como casa de huéspedes para recibir a los emisarios de visita. La historia del calendario celeste no es más que un ejemplo de las millares de fantásticas historias que encierra la ciudad. Ubicada en el corazón de una bahía en mitad de media luna que domina el parque nacional del mar Interior, Tomo ha sido una fuente constante de inspiración de poetas y artistas durante siglos. Mil años antes de la visita de I Pan-on, el Manyoshu (compilación de poemas del siglo VIII) dedicaba ocho poemas a Tomo incluyendo el de Otomo Tabito:
“Cada vez que diviso el enebro en la playa rocosa de Tomo-no-ura, me acuerdo de mi esposa que solía venir conmigo a admirar este árbol. ¿Como podría olvidarlo? »
En 1929, el paisaje de Tomo inspiró al maestro de koto, el ciego Miyagi Michio (1894-1956), para componer su célebre fragmento Haru no Umi (Mar de primavera). Miyazaki Hayao lo escogió en 2008 como escenario de su película de animación Ponyo en el acantilado después de pasar dos meses en una casa con vistas sobre el puerto. Más recientemente, en Septiembre de 2012, el realizador americano James Mangold, en compañía del actor Hugh Jackman y su equipo llegaron a la ciudad para rodar algunas escenas de la película Wolverine. El cineasta eligió Tomo entre más de cincuenta aldeas japonesas, ya que le recordaba al viejo Japón que había descubierto a través de las películas de Ozu Yasujiro. En cuanto a Hugh Jackman, acostumbraba a pescar en la bahía de Tomo y twiteó fotos de él delante del emblemático Joyato, el faro en piedra que se remonta al siglo XVII; 1300 años después del poema de Otomo, la vista atemporal de esta población continúa fascinando a casi todo el mundo.
En 1983, este inestimable tesoro fue puesto en peligro por las autoridades locales que querían construir un puerto de 180 metros enfrente de la antigua zona portuaria, un vertedero de 4,6 hectáreas y un gran parking, lo que habría desfigurado completamente este fabuloso paisaje. A pesar de la vehemente oposición de sus habitantes, Tomo parecía condenada a perder su icono más relevante. Su suerte atrajo la atención de más de 45 organismos de preservación nacional e internacional, entre las cuales se encontraba el World Monument Fund (WMF) y el Consejo Internacional de los Monumentos y Sitios (ICOMOS). El WMF ayudó a restaurar una de las antiguas casas de comerciantes de Tomo, gracias a la ayuda financiera de American Express. La casa se convirtió en un centro de información y casa de huéspedes.
En abril de 2007, unos 160 residentes presentaron una demanda en el tribunal de Hiroshima para impedir al gobernador de la prefectura expedir un permiso de construcción. Esto no impidió a las autoridades locales proceder, un año más tarde, a una demanda de autorización para comenzar las obras. Hubo que esperar hasta octubre de 2009 para que el tribunal se pronunciara en una sentencia histórica, la cual bloqueaba el proyecto y reconocía el derecho de los habitantes a proteger su paisaje urbanístico. Las autoridades locales decidieron, no obstante, recurrir la sentencia. Felizmente, en junio de 2012, después de tres decenios de intensos debates el nuevo gobernador Yuzaki Hidehiko decidió enterrar el proyecto del puerto y se comprometió a preservar la zona portuaria. Una victoria histórica suficientemente importante para ser celebrada. “Es un gran paso hacia adelante y en definitiva una buena cosa para el futuro de Japón y no solamente para Tomo-no-ura”, se felicita Miyazaki Hayao.
¿Qué pudo inspirar una resistencia tan tenaz? En realidad, Tomo tiene mucho más que ofrecer que una magnífica vista. Es en primer lugar el único puerto japonés de la era Edo (1603-1867), con cerca de 80 edificios que datan de esta época. Pero su importancia histórica va mucho más lejos. Las corrientes que vienen del este y del oeste se reencuentran aquí. En tiempos antiguos los navíos esperaban aquí a que la marea cediera, lo que valió a esta ciudad portuaria el sobrenombre de machi shio no minato (el puerto donde se esperan las mareas). Otros barcos venían a buscar refugio en esta bahía, mientras la tempestad pasaba.