Como en otras partes del Archipiélago, esta política anticristiana se fortalece a partir de 1638. Pese a las persecuciones, los fieles continuaron practicando su religión en secreto, de ahí surge la expresión “cristianos escondidos” (kakure kirishitan).
Visitando el Museo del Rosario (1749 Ôe, Amakusa-machi. Abierto de 8h30 a 17h, 300 yenes), que se encuentra más abajo de la iglesia de Ôe, construida en 1933 en roca caliza por el padre Ludovic Garnier, descubrimos el ingenio de estos fieles perseguidos que escondían piezas secretas para rezar o bien recrear pequeñas estatuas de la Virgen travestida en Kannon, diosa de la misericordia en el budismo japonés, para no ser descubiertos y sometidos a torturas. En Sakitsu, en el santuario de Suwa que domina la iglesia terminada en 1934, mitad en madera mitad en cemento por falta de medios, los cristianos ocultos allí cantaban « Anmenriyusu », deformación de « Amen Deus », para no llamar la atención.
Durante más de dos siglos, los cristianos de Amasuka han dado muestras de gran ingenio. La inscripción de estos lugares en el patrimonio de la unesco permite sacar a la luz esta trágica historia que la población local defiende con vehemencia. El restablecimiento de la libertad de culto en 1865 permitió la vuelta de misioneros extranjeros siendo los primeros las Misiones extranjeras de París como el padre Ludovic Garnier en Ôe o el padre Agustín Halbout en Sakitsu. Si bien las persecuciones causaron cierto temor entre los habitantes, hoy aquellos que creen en Jesús o la Virgen no tienen porqué esconderse. Las iglesias, donde frecuentemente hay que descalzarse y sentarse sobre esteras de tatami, se llenan durante los servicios y, en las calles de Sakitsu, se pueden ver en algunas casas estatuillas de la Virgen María.
A la entrada del puerto se erige una gran estatua de la madre de Jesús, protectora de los pescadores que la saludan en cada uno de sus viajes. Pero esto no les impide participar en los matsuri, festivales locales inspirados por el sintoísmo. En Sakitsu donde las tres religiones coexisten en armonía, antes incluso de que la actual iglesia fuera construida, el antiguo lugar de culto cristiano colindaba con la entrada al santuario de Suwa, tal como lo demuestra la presencia de estatuas de María y una cruz. Bajo el cielo azul de Amakusa las religiones han hecho las paces.
Odaira Namihei