Para gran parte de nuestros cotemporáneos, el nombre de Hokusai está asociado a la escena de La gran ola de Kanagawa (Kanagawa oki nami ura), o quizás al Monte Fuji bajo la tormenta (Sanka haku u), dos estampas de la serie de Treinta y seis Vistas del Monte Fuji (Fugaku sanjû rokkei). Pero la creación de este genial artista no puede resumirse a estas dos obras.
Hokusai nació en el año 1760 en el seno de la familia Kawamura, no muy lejos de la calle que lleva hoy su nombre (en otro tiempo se llamaba Honjo Warigesui), barrio donde vivió casi toda su vida a pesar de que se mudó en múltiples ocasiones. Como era tradicional en las familias de la época, fue adoptado por su tío Nakajima Ise, espejero oficial al servicio del gobierno. A pesar de que no se conoce demasiado de esta primera etapa de su vida, los prefacios o postdatas que escribió en los manuales de pintura nos permiten saber un poco más del hombre y gran artista que fue. Cultivado, deseoso de conocer nuevas técnicas de pintura, este hombre excéntrico jamás paró de diseñar y afinar su estilo a lo largo de los años. Comenzó su carrera profesional en 1778, con el nombre de Shunro, entrando a formar parte de los pintores de la escuela Katsukawa donde permaneció una quincena de años. Pinta retratos de bellezas femeninas y se ejercita en numerosos formatos. A continuación, deja la escuela en 1795 y toma el nombre de Sôri, concentrándose en la realización del surimono, estampas lujosas, a menudo espolvoreadas con polvo de oro y plata, que eran pedidos particulares, encargados para celebrar diversos acontecimientos y que no estaban destinados a la venta. En 1798, realiza un nuevo cambio de nombre a Hokusai Tokimasa y continúa con su producción de surimono, dominio en el que destacará especialmente, y que le ha granjeado gran parte de su reconocimiento internacional. A partir de 1804 se dedica a la producción de ilustraciones de poemas y pinturas. Vuelve a cambiar su nombre por el de Gakyô Rôjin Manzi, con el que utilizó el ideograma manzi, símbolo de la longevidad, y después recibe el de Katsushika Hokusai. En este periodo comenzó la realización de estampas lúdicas, omocha-e. Desde 1810 hasta 1820, trabaja bajo el seudónimo de Taito y emprende obras de un género nuevo. Este periodo está marcado por la publicación en 1814 de su primer carnet de Manga y de numerosos manuales de pintura.
En 1820, a la edad de 60 años, escoge el nombre de Iitsu y se consagra a lo esencial de su tiempo con la creación de estampas de todos los géneros: estampas de paisajes, guerreros, flores, pájaros, etc. En esta época, a principios de los años 1830 realiza su obra maestra, Las Treinta y seis Vistas del Monte Fuji, además de su icónica serie Viaje a lo largo de las cascadas de las diferentes provincias. En la última parte de su vida, entre 1834 y 1849, se bautiza como Gakyô Rôjin Manji, Manji el viejo loco del diseño y produce su archiconocida serie de las Cien Vistas de Edo. Es entonces cuando comienza a trabajar en pinturas que describen el mundo animal o vegetal además de temas religiosos, como si preparase su viaje al más allá.
El japonismo, el movimiento que invadió Europa y Estados Unidos, ¿habría visto la luz si el grabador Félix Bracquemond, los hermanos Goncourt y otros artistas e intelectuales no hubieran descubierto y apreciado muy pronto el Manga de Hokusai ? ¿Es exagerado afirmar que gracias a su genialidad el gran artista japonés ha cambiado la cara de la historia del arte? Ya era hora de que fuera construido un museo en homenaje al hombre que está considerado como uno de los artistas, si no el más grande de Japón.
B. K.-R.