Zamami, agradable vida

De enero a marzo los barcos os llevan a descubrir las ballenas jorobadas. / Johann Fleuri para Zoom Japón

Contrariamente a otras islas de Okinawa, tales como Ishigaki-jima o Miyako-jima, suntuosas pero rodadas por una llegada masiva de viajeros en busca de desconexión, Zamami conmociona por su modestia. Aquí no encontrarás ni complejos de ocio, ni grandes hoteles con piscinas equipadas: las ofertas de alojamiento se limitan a algunas casas-móviles y a espacios de camping al borde del agua, que son más que suficientes.
Otra opción de alojamiento son las cuarenta pequeñas pensiones familiares llenas de encanto que hay que reservar con mucha antelación; en ellas el anfitrión preparará un buen desayuno a base de arroz y pescado. Igualmente te aconsejará sobre los clubes de buceo de la zona. Mención especial a la pensión Takatsuki, que tiene la ventaja de disponer de su propio club de buceo, lo que facilita el trámite, sobre todo para aquellos que no hablan japonés, ya que una de las instructoras es anglófona.
Para aquellos y aquellas que no son muy dados al buceo submarino, habría que ser muy insensible para no apreciar la calma y la delicadeza de las dos playas de la isla: Ama y Furuzamami. El senderismo es posible en las zonas de la isla donde la superficie es de 7 km² pero cuidado con las insolaciones, sobre todo en agosto. De hecho es preferible moverse en motocicleta o en coche durante los meses de calor.
En las alturas, varios observatorios ofrecen vistas sublimes sobre el mar y las islas vecinas, que son otra excusa para aventuras suplementarias así como de nuevos descubrimientos. Algunos dicen que desde los promontorios de Zamami se contemplan los mejores panoramas de Okinawa.
En cuanto a la restauración, una quincena de cafés y tascas proponen platos locales como los soba de Okinawa, el gôya champurû, que es un plato a base de una verdura local con gusto amargo típico de las islas, cocinada con huevos y jamón; sin olvidar los pescados y mariscos. A mediodía un bentô en Tampopo por algunas centenas de yenes (unos pocos euros) os asegura una comida sana, copiosa y sabrosa sobre la playa. Nada muy elaborado, pero de sabores simples a la vez que suculentos.
La mejor estación para ir a Zamami y disfrutar de sus 24 km de costa, es seguramente el periodo comprendido entre mayo y octubre. Posteriormente la temperatura, que baja de los 20ºC, vuelve el agua un poco fresca para los bañistas. Por último para los locos del manga y de las curiosidades; la escena de la serie IO donde se suceden las aventuras de Nakabaru Taiyo son rodadas en la isla. También es bueno saber, para aquellos a los que les apetezca un poco de soledad, que los islotes de Gahi y Agenashiku, totalmente deshabitados, son accesibles a cinco minutos en barco desde Zamami.
En resumen, como lo habréis entendido, a menudo se va a Zamami por su buena vida, la generosidad de sus habitantes y por esta sensación de estar aislado del mundo. Ahora que lo pienso, hace demasiado tiempo que no he ido a dar una vuelta…
Johann Fleuri

Cómo llegar
Saliendo del aeropuerto de Haneda en TokiO, varias compañías, incluidas las low-cost, proponen vuelos hacia Naha (aproximadamente 2h30). Tomar posteriormente el ferry para Zamami (1 o 2 h según el momento del día). Costará un poco más de 4.000 yenes.