*Especial Wakayama – Kumano

DESCUBRIMIENTO Recorriendo los caminos sagrados

Inscritos en el Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 2004, los senderos de Kumano nos reservan numerosas sorpresas.

Desde los tiempos más remotos, el culto a la naturaleza ha estado asociado a Kumano. Sus paisajes siempre han tenido una extraordinaria fuerza de atracción para los seguidores del sintoísmo, y más tarde del budismo.

Todo comienza en el monte Koya en cuya cima se encuentra un complejo de unos 120 templos y monasterios budistas auspiciado en el año 816 por el monje Kukai, fundador del budismo shingon, una de las principales corrientes de esta religión en Japón. Desde este lugar sagrado, es posible tomar una de las rutas de peregrinación (Kumano kodo) para alcanzar otros sitios, también sagrados, situados al sur de la península de Kii, en la prefectura de Wakayama. Hace doce años, estos senderos fueron registrados en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO como parte de los “Sitios sagrados y rutas de peregrinación en los Montes Kii”. Es posible, por tanto, seguirlos para penetrar en un universo extraordinario compuesto de paisajes magníficos y recobecos atípicos. Los caminos están en su mayoría señalizados y los mapas, puestos a disposición de los turistas, permiten diseñar itinerarios adaptados a sus gustos y capacidades físicas.
Varias rutas componen la conocida red de Kumano kodo. El sendero Kohechi, que une el monte Koya a Kumano Sanzan (los tres santuarios sagrados) al sudeste de la península, alcanzando este último por el centro, es sin duda uno de los más difíciles. Con una longitud de 70 km, se caracteriza por sus senderos, a veces abruptos, y desfiladeros de más de 1000 m, lo que exige una excelente preparación. Este esfuerzo se recompensa, sin duda, con una travesía por lugares fantásticos que ofrecen toda la dimensión mística de la peregrinación realizada durante siglos por aquellos que practican estos ritos religiosos.
Situado un poco más al este, la ruta de Omine Okugake une el sur de Nara con Kumano Sanzan. La leyenda cuenta que esta ruta fue abierta por En-no-gyoja, fundador del shugendo, una práctica espiritual en la que es primordial la relación entre hombre y naturaleza. Tan ardua como el Kohechi, el Omine Okugake se caracteriza también por sus 75 etapas (nabiki). Una de las más célebres es Misen, donde, se dice, En-no-gyoja logró el ascesis.
Si no se está demasiado acosumbrado a realizar esfuerzos en un entorno natural exigente, es mejor optar por otras rutas menos difíciles. La primera de ellas es Nakahechi, el camino central, que parte de Tanabe, en la costa oeste de la península, hacia los principales santuarios de la costa este, atravesando las montañas. Menos física que las dos precedentes, está perfectamente adaptada para las personas que desean realizar un paseo de varios días (3 o 4 días). El punto de salida está situado en el Centro de los caminos sagrados de Kumano (Kumano Kodô Kan) situado en Takijiri, a unos cuarenta minutos en autobús de la estación de Tanabe.

Recorrer los senderos constituye una experiencia única e inolvidable para aquellos que lo prueban.